Tuesday, January 23, 2007

El dia antes...

Cosquilleo y cierto dolorcito se presentaba siempre un dia antes de que empezará cualquier cilco escolar...

Un dia antes de reanudar clases en la primaria llegaba ese sentimiento díficil de identificar, esa incomodidad indescifrable. Recuerdo el corto camino que realizaba hasta la escuela pensando en que cabía la posibilidad de inventar un dolor estomacal o alguna enfermedad nueva, buscaba alguna razón para no asistir a ese primer dia. Pensaba en las posibilidades de fugarme y no asistir a la escuela. Rogaba que por la noche hubiera un cambio en los calendarios estudiantiles y que la fecha se pospusiera a una fecha no definida.

Este sentimiento me acompañó durante gran parte mi vida estudiantil. En la preparatoria. La inseguridad de no conocer a nadie y de tal vez no ser del agrado de mis nuevos compañeros me atormentaba, me sentía como si fuera a un patíbulo o juzgado donde sería criticado.

Ya avanzada la universidad este sentimiento lo podía identificar como emoción de ver de nuevo a mis amigos/compañeros después de un largo periodo vacacional. Conocer a mis nuevos profesores y que chicas lindas habría en las materias con otras carreras. Había superado los nervios del dia anterior.

Asumo esta es una situación normal que sucede en cualquier estrato social y en cualquier actividad. Los jugadores de cualquier deporte profesional deben sentir esos nervios cuando son transferidos por millones de dólares a otro club, o cuando es su primer partido en el torneo. Esto sobre todo les pasa a los jugadores extranjeros que no se "adaptan" al modo de juego local o a las costumbres del país donde prestan sus servicios. Claro que a estos amigos todo se les resbala cuando recuerdan la cantidad de dinero que sus cuentas bancarias alojan.

Mi situación ahora es que estoy sintiendo lo mismo de domingo a viernes. No quiero ir a trabajar y como en la escuela no puedo evitarlo. No puedo inventarme un malestar mortal, no puedo decir que no va ir el profesor. Nada vale. Tengo que venir.

En la escuela por lo menos pues admiraba a las chicas, me entretenía jugando dominoes, estudiaba o simplemente me sentaba a ver el tiempo transcurrir. Acá esas actividades son imposibles de realizar.

La alarma de mi teléfono que me despierta diariamente se ha convertido en las trompetas que anuncian la llegada de los cuatro funestos jinetes que el Nuevo Testamento describe en su libro de las Revelaciones.

1 comment:

Anonymous said...

Dolorcitos en al panza...cómo negar que también éstos han sido mis compañeros de vida? Dolorcitos que suben directo al corazón y se clavan en él para después omitir cualquier aliento de fé y esperanza; dolorcitos que opacan la mirada y si dejo que tomen fuerza implantan miedo al presente y opacan el futuro... Qué podemos hacer?? la vida está acompañada por estos dolorcitos; lo que puedo decirte es que hay que ocuparlos,...enfrentarlos, y escuchar qué es lo que me quieren decir acerca de MI que no quiero escuchar. Cuando con valentía los he escuchado se han convertido en grandes aliados para seguir con paso firme hacia delante...

Tú eres el creador de tu propia realidad.

Te quiero