Tuesday, September 04, 2007

Mis amigos...

Recuerdo que gran parte de mi infancia la viví acompañado de unos vecinos coyoacanenses, con los que compartí borracheras, fiestas, viajes, juguetes y demás parafernalia propia de la niñez/temprana juventud. Como dato importante para esta historia, nuestras madres siguen siendo amigas.

Al paso de los años, nuestras vidas tomaron rumbos diferentes, (ellos el de él godínez promedio) pero nos encontrábamos eventualmente en reuniones familiares, léase cumpleaños, bodas, navidades y años nuevos.

Nuestra relación se vio minada indudablemente por un hecho cobarde que narraré a continuación:

Recuerdo que se celebraba una “fiesta”(las fiestas de estos godínez no eran mas que bacanales sin sentido) en casa de la ahora esposa de uno de estos sujetos. En la “fiesta” habíamos siete invitados (¿vaya desmadre no?), cada quien con su cada cual, juntos pero no revueltos. El soberano desmadre comenzó a decaer después de un par de horas y en mi caso estaba a punto de regresarme a mi casa, cuando a una de las chicas “desmadrosas” se le ocurrió que a la “fiesta” le hacían falta los “efectos especiales”. Presto a mis conocimientos y habilidades en la obtención y preparación del cannabis me ofrecí a conseguir tan preciada flor. Al poco rato la “fiesta” contaba con un cigarrillo del ya mencionado material explosivo, y aquí es donde se pone buena la cosa… trataré de recrear la conversación…

M: “bueno, pus yasta, ¿quien quiere empezar?
Dumb bitch: “eeehhhh pues mejor tu primero que eres el que le “sabes”
M: “oquei” (pensé dentro de mi, entre menos burros más olotes)

M: “sale, pus yo yastoy ¿Quién sigue?
Dumb bitches y godinez: “no pues este, yo creo que mejor ya no, ya es tarde…”
M: “oquei” (podía oler su miedo a ser libres aunque fuera por una vez en su pinche vida de godinez)

Me terminé el cigarrillo, mientras los “posers” estos me miraban con incredulidad fascinante. Al cabo de un rato me aburrí de ser inspeccionado y me esfumé, pensando en que yo no pertenecía a ese lugar y que no volvería a salir con esos mequetrefes.

Después de algunas semanas regresando de la escuela mi madre me atajó con la siguiente acusación: “ya me dijeron que estás fumando cochinadas”, yo no podía negar lo evidente y la verdad es que tampoco me avergüenzo de tal condición. Tuve una breve discusión con mi madre en donde traté de explicarle los beneficios naturales del cannabis. Mi madre desde luego no entendía razones…

Después de la discusión me retiré a mis aposentos donde medité y me expliqué como era que mi madre se había enterado de mis pasatiempos. Llegué a la conclusión de que no había otra posibilidad que la de estos granujas contándole a su madre y a su vez la vieja chismosa se lo hizo saber a mi santa progenitora.

Como dije antes, no me arrepiento de mis actos, me arrepiento de mis “amistades”…