Monday, February 05, 2007

Breve historia violenta...

Rondaba las calles oscuras y húmedas sin rumbo aparente, pero su objetivo era claro, sabía que tenía que hacer.

Había deambulado por las calles de la Colonia Condesa. Una calma inusual inundaba el ambiente. Los establecimientos estaban raramente vacíos o a media capacidad en el mejor de los casos. Siempre le había gustado observar a los asistentes que abarrotaban los clubs de moda. Le gustaba ver a las chicas extremadamente arregladas con sus cortas faldas en una noche lluviosa y sus escotes que arrancaban las miradas de sus acompañantes. Observó por un rato afuera de un conocido club en la calle de Tamaulipas, la verdad es que el lugar estaba igual que el resto, a medio llenar. Los parroquianos iban desde los "cuasi artistas" pasando por los "rockers alternativos", y las chicas lindas en grupos de 3 o 4 que esperan que alguien les invite un trago para después fingirse interesadas por la conversación del patrocinador en turno.

La lluvia arreciaba y comenzaba a ser molesta. Decidió tomar un par de cervezas. Aún tenía tiempo de sobra. Se dirigió al que se había convertido en su refugió en los últimos dos años. Tomó la mesa de siempre acompañado de la dosis de siempre: una Victoria fría. Al menos así podía decir que disfrutaba de las mieles de la misma. Aunque esta victoria mas bien era amarga y lo único que le dejaba era un horrible dolor de cabeza por las mañanas.

Después de tomar varias Victorias repasó su plan por última vez. La verdad es que no lo tenía todo muy claro. Es decir, sabía su objetivo pero iba dejar que las cosas fluyeran, no iba a apegarse a un plan, quería darle a todo un sabor mas bien circunstancial e improvisado.

La rocola hacía las delicias de un grupo compuesto por dos treintonas y un homosexual. Los acordes de Luna Mágica y Tu Cárcel revivían en su memoria recuerdos de mejores tiempos. Escuchaba esas canciones cada semana, se habían convertido en su soundtrack de los viernes por la noche. Quien dijo que no hubo himnos románticos en los ochentas? se preguntaba. Quien puede evitar derramar una lágrima al escuchar a la Banquells desgañitada recitando:

"Tú, luna mágica Convéncele de que debe volver Si vuelve el sol Si vuelve el día Y si vuelves tu también Por qué no iba a regresar Hoy él…"

A las treintonas y al homosexual finalmente se les acabo el presupuesto que los hizó decidir el rumbo musical de la noche. Se marcharon. La lluvia no cedía. El frio se colaba entre sus huesos, nunca había sido friolento pero de un tiempo a la fecha utilizaba el aire acondicionado en el auto y trataba de salir abrigado. Una herencia de una ex chica cuya temperatura corporal era gobernada por uno caprichoso oso polar.

El momento había llegado. Debatió en su cabeza si llegar en auto o a pie, a final de cuentas solo lo separaban un par de vecindarios de su destino. Eran las 22:00 hrs pero parecían las 3 de la mañana, la ciudad se había convertido en un pueblo fantasma. El frío y la lluvia mantenían a la gente en sus casas. Optó por irse caminando, caminar por la ciudad en una noche helada y de precipitación constante. El agua cayendo por su cabello y su ropa le darían mas romanticismo a su lance.

Se enfiló por Nuevo León con dirección a la Colonia del Valle. A medio camino la lluvia lo había convertido en un ser titiritante. ¿Qué carajos estaba pensando cuando decidió irse caminado?. En fin, ya era tarde para volver por el auto. Palpó el revólver en la bolsa interna de su empapada chaqueta.

Después de 35 minutos de evadir charcos y autos salpicándole llegó a su destino. Se plantó en la esquina. Su cita no estaba en casa aún, el garage del edificio no alojaba el compacto púrpura. No dabía tardar. Intentó resguardarse de la lluvia bajo la marquesina de una casa que mas bien le parecía abandonada. Después de unos minutos consideró esto una mala idea, ¿qué iban a pensar los vecinos si lo veian? era algo sospechoso quedarse ahí inmóvil, mejor caminar. Decidió dar una vuelta a la manzana. Por fin Tláloc se apiadaba de la ya bastante mojada ciudad. Cuando regresaba después de la vuelta el auto púrpura estaba ya ocupando su habitual cajón en el garage.

Esperó a que la suerte lo favoreciera haciendo salir a algún vecino borrachín que fuera a disfrutar de la vida nocturna de la cuidad y así poder acceder al edificio. No esperó mucho. Una pareja salió a pasear a su mascota. Entre la oscuridad se coló justo antes de que la puerta se cerrara en sus narices. Estaba adentro. Decifró el número del departamento basándose en las noches que había espiado desde la acera de enfrente. Recordaba esas noches en las que el espiado encendia todas las luces del departamento, la televisión y el estereo, no estaba muy enterado de las diferentes iniciativas que se tienen relacionadas con el ahorro de energía. Mientras subía las escaleras palpó por enesíma vez el revolver. Se plantó frente a la puerta y llamó dos veces. El tio atrás de la puerta había ya comenzado su ritual de gasto de energía despiadado. La música era perfecta, había que reconocer que el hijitodeputa tenía un buen gusto musical, "Femme Fatal" del Velvet Underground se escuchaba al otro lado de la puerta. Llamó un par de veces mas. "Ya voy" se escuchó a lo lejos. Por fin abrió la puerta. Mudos ambos se miraron. El que estaba dentro del departamento trataba de roconocer a nuestro heroe. La puerta había dejado salir una gran luz que había cegado por un momento al pistolero. Cuando recobró la vista miró dentro del departamento. Una sala roja y un comedor para 8 personas fue lo que alcanzó a ver. "Femme Fatal" se terminó y ahora escuchaban "Babylove" de las Supremas. Sin duda era de sus canciones favoritas. El inquilino trataba sin éxito de reconocerle. Por fin preguntó "¿En que le puedo ayudar señor...?". Empezaba a sacar el revolver mientras cantaba al compás de Donna Summer. El jilipollas se quedó mudo frente al cañón de la pistola y un charco considerable se alojaba a sus pies, todo esto acompañado de un olor fétido. Se había cagado el marica. Jaló el gatillo mientras su víctima se desplomaba...

Corrió escaleras abajo. Salió del edificio sintiendo que el disparo se había escuchado hasta las Torres de Satélite. Se topó de frente con los vecinos paseadores de perros quienes llevaban una bolsa con la mierda de su pequeña fiera que ladraba infernalmente. Aún llevaba el revolver en la mano. Por fin se dio cuenta de su irresponsabilidad y lo guardó. Al llegar a Insurgentes aligeró el paso... Ya no tenía frío, mucho menos miedo. Se sintió tranquilo y ansiaba regresar a su casa y escuchar a las Supremas acompañado de un vodka en las rocas.

4 comments:

Anonymous said...

Mouzi¡¡¡
Creo que necesito verte y me platiques en qué andas metido ultimamente ó que te andas FUMANDO ULTIMAMENTE... = 0

Anonymous said...

Crimen pasional????????

Anonymous said...

Estimado Amigo:

Los racimos de epazote eran para que se diera golpes con ellos y quitarle la mala suerte, pero CREO QUE USTED SE LOS FUMÓ!!!, no sea infame, me ha perdido con su relato, lo único que he aprendido es que debo comprarme cuanto antes una chamarra, un paraguas y un coche!!, que infamia!! como ha llovido en esta ciudad.

Necesito que se ponga triste de nuevo amigo, por que si no mi existir no tiene caso. Le voy a presentar a una prima mia que tiene cuerpecito de modelo, cara angelical y un alma siniestra y sin escrúpulos para con los hombres... así le gustan a usted no?

Att.

El Dr. Corazón

Anonymous said...

Me gustó esta historieta parecida a una muy antigua llamada "Pedro Navajas" jeje. Veo posibilidades en ti, para ser un buen escritor de novelas policiacas, ja! Otra Otra!!!