Wednesday, October 18, 2006

and I fell...

El viejo templario tuvo un último lance, un último suspiro. Blandió su espada con las pocas fuerzas que le quedaban, y por un momento, solo por un momento sintió recobrar sus fuerzas, olvidó la derrota por enésima vez y atacó al moro sin compasión... No sabía el infeliz que era solo una treta más de los sarracenos que aplicaban una de sus técnicas guerreras más conocidas: la emboscada.

Así es, el último de los templarios cayó en la trampa. Esa trampa que estaba tendida para acabar con el, para abatir ese último suspiro, ese repentino resucitar. La treta fue perfecta y espectacular. Los infieles hicieron que el templario recobrara un poco el aliento e incluso le regresaron sus roidas armas. El idiota sintiendo que aún podía hacer algo se lanzó al ataque como siempre, sin complejos y mostrando poca estima por sus seguridad. Incluso llegó a pensar que podía lograrlo (los infieles son seres con una habilidad histriónica sobrenatural). Sintiendo la victoria cerca vino la última desgracia (The Last Caress dirían los Misfits). La última humillación.

El templario rodeado de brillantes simitarras, negros ojos resplandecientes soltó su larga y ensangrentada espada. No la arrojó al piso, lentamente la depositó junto a sus pies, se hincó y puso su frente en la fría tierra sedienta de sangre. Su verdugo sonriente entendió que era lo que el viejo templario quería. Quería seguir ese ritual que siguen los guerreros infiles, quería ser degollado. El templario levantó su demacrado rostro para reconocer el de su verdugo y dedicó un último pensamiento a Jah. Hundió nuevamente su cara en la tierra y esperó lo inevitable.

El sarraceno sin piedad y recitando "Alá Akbar" blandió su filosa simitarra que cortó el aire y la cabeza del templario. Ustedes saben queridos lectores que es imposible cortar la cabeza de un hombre de un solo tajo, así que el sarraceno asestó varios golpes antes de que el cuello del templario cediera. Por fin la cabeza rodó...

La cabeza yacía inmóvil en la tierra mientras los devotos de Muhammad partían...

Todo estaba perdido.

2 comments:

Anonymous said...

El guerrero de la luz recuerda:
"Aun cuando haya pasado por todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar. Ahora

Anonymous said...

....todo lo que tengo en esta espada y la entrego a cualquiera que desee seguir su peregrinación. Llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates; ellas son el testimonio de lo que viví y recompensas de lo que conquisté.
Son estas marcas y cicatrices queridas las que me abrirán las puertas del Paraíso"

Paulo Coelho.