Thursday, April 26, 2007

Jesús "Da Jesus" Quintana*

A Jesús Quintana había dos cosas que le excitaban: las menores de edad y el boliche.

Jesús era el hijo de dos inmigrantes asentados en Oklahoma. Su padre era italiano oriundo del Piamonte. Un hombre recio acostumbrado al trabajo rudo. Su madre, una venezolana que había viajado a los Estados Unidos en busca de fortuna y lo único que había encontrado era al piamontés de buenos modales. Su acento y formas la habían cautivado. Del "tano" no había mucho que decir, un hombre de pocas palabras pero trabajador y educado.

Una vez establecidos en la antigua ciudad cherokee decidieron tener una familia. Tuvieron tres hijos: Salvador, María y Jesús. Jesús el menor de los tres.

Desde pequeño le costaba concentrar su atención. De los colegios había sido expulsado al menos tres veces. El sueldo que su padre obtenía en la granja no era suficiente para mantener sus expulsiones y constantes líos con la ley, así que decidieron que la instrucción escolar no era lo suyo. A los 15 años Jesús se encontraba en las calles de Oklahoma City donde no había mucha diversión: un poco de hierba aqui, prostitutas allá, pero nada fuera de lo ordinario. A su corta edad ya había sido fichado por robo y posesión de cannabis.

Jesús decidió que su vida no estaba en medio del desierto rodeado de granjeros y rednecks. En una revista pornográfica había visto las playas de lo que el se imaginaba como California. Decidió mudarse a San Francisco en busca de una vida más excitante. Fué en este momento que decidió cambiar el Palavaccini paterno por el Quintana materno, pensando en que podía esquivar a la ley con su cambio de nombre.

Ya establecido en la bahía y durmiendo en las calles conoció a un dealer que se ganaba la vida vendiendo heroína a los estudiantes de Berkley. Jesús ayudaba a Nick en su tarea de entregar la mercancía. Sabía escabullirse.

En una ocasión un cliente había pedido que se entregara la droga en un boliche. Fué ahí cuando Jesús descubrió el deporte de los pinos. A partir de ese momento visitaba el boliche diariamente, casi de una manera religiosa. Se sentaba en una mesa vacía y miraba la bola derribar los pinos. Estudiaba las técnicas de los jugadores y como a cualquiera, le apasionaban las chuzas. Empezó a conocer a la camarilla de jugadores empedernidos que frecuentaban el lugar. Desempleados, veteranos de guerra, buenos para nada, familias enteras. Con el dinero que ahorraba y robaba de sus entregas empezó a jugar. Tenía un talento natural, a los pocos meses se había situado entre los mejores jugadores del recinto. Ganaba partidas donde se apostaban desde 5 dólares hasta 50. Jesús ganaba todas.

Al cabo de varios años "Da Jesus", como le habían apodado en el boliche por aquello de tener un juego divino, fué que Jesús entró en contacto, en un torneo vecinal, con una chica de 15 años. Deborah. Hija de un fabricante de plástico y heredera de una fortuna. Chica interesada en el rock sobre todas las cosas, a sus 15 años asistía al colegio aún. Desde el primer momento en que "Da Jesus" la miró no pudo dejar de imaginarsela desnuda en su vieja y maloliente cama del cuartucho de hotel que rentaba cerca de la marina. Le excitaban sus apenas formadas curvas. "Da Jesus" se dió cuenta que ninguna otra mujer desataba tal torrente de sensaciones, vamos ni siquiera cuando ojeaba las revistas de desnudos tumbado en su cuarto lograba tal excitación. Así como a Deborah "Da Jesus" empezó a mirar a otras chicas, todas ellas menores de edad. Incluso había algunas niñas que asistían a la elemental que le arrancaban suspiros.

Cuando "Da Jesus" se presentó en Sausalito a la casa de Deborah con un ramo de rosas en una mano y una caja de chocolates en la otra fué recibido por el magnate del polietileno. Grande fué la sorpresa de este cuando Jesús le informó que la razón de su presencia era para declarar su amor por Deborah. El magnate propinó un derechazo en la aguileña nariz de Jesús que empezó a sangrar a borbotones. El padre de familia corrió de su casa a Jesús y lo amenazó con denunciarlo a las autoridades si lo veía en el vecindario una vez más. "Da Jesus" obtendría su venganza cuando la semana siguiente eliminara al equipo del hombre de plástico en el torneo de bolos.

Para satisfacer sus necesidades sexuales, Jesús empezó a pagar los servicios de mujercitas menores de edad que se dedicaban a vender sus apenas desarrollados cuerpos al mejor postor.

Para sufragar sus gastos, Jesús se había conseguido un trabajo de cocinero en una fonda italiana. Había engañado al dueño haciendole creer que era un inmigrante italiano experto en platillos piamontescos. Daba el tipo.

"Da Jesus" era invencible en los bolos. Doble campeón del torneo estatal en 1983 y '84. Conservaba su trofeo en una desvencijada repisa junto a la cocina. ¿Quién iba a decirlo? Jesús Quintana, pederasta y camello reconocido, era el campeón de bolos de California. Alguien le había sugerido que se inscribiera en los Olímpicos aprovechando que los bolos habían sido aprobados por el Comité Olímpico para ser una disciplina de demostración junto con el Tae-kwon-do. Claro que a Jesús no le pareció buena idea cuando le informaron que se tenía que hacer unos exámenes para verificar que no hubiese sustancias ilegales habitando su sangre.

Después de los Olímpicos y su gran decepción por no poder participar "Da Jesus" comenzó a perder algunas partidas con rivales a los cuales había vencido cientos de veces. Por ende sus ingresos se veían mermados, pero aún conservaba ciertos ahorros que utilizaba para pagar los servicios de una chica de 14 años que le visitaba constantemente con la ilusión de que le regalara un pinchazo. Era una adicta empedernida. Las visitas de la chiquilla a la cocina del restaurante eran cada vez mas constantes y evidentes. La imagen de una yonqui con cara de niña y un treintón ahuyentaban a la clientela. El dueño se vio obligado a correr a Jesús, no sin pesar pues sus platillos "piamontescos" eran los más socorridos en el lugar.

Sin trabajo regular y la venta de heroina a la baja (la coca la había desplazado del gusto de los consumidores) Jesús estaba en problemas. Comezó a robar. Lo único que lo mantenía vivo eran las visitas de la catorceañera. Claro que esta dejó de visitarle cuando a Jesús no le quedaba ni un pinchazo. Fue entonces cuando Jesús herido en el poco amor propio que le quedaba la buscó. Se había enamorado de ella. Decidió irle a buscar y encontrarla a como diera lugar para declarle su amor y ofrecerle hacer una vida juntos.

Una oscura noche lluviosa en la bahía y después de varias dias de búsqueda Jesús encontró a Mickey, así se hacía llamar la chica. Claro que no estaba sóla. Mickey estaba siendo jaloneada por un negro inmenso que a presumir por lo que le decía era su alcahuete. Raudo y veloz Jesús se aproximó al lugar de la trifulca que ya estaba subiendo de tono. El negro golpeaba sin piedad a la pequeña. Jesús solo atinó a decir "Eh, déjala!". El negro no reparó en él y continuó castigando despiadadamente a Mickey. Jesús como pudo se metió entre ambos cuerpos sólo para ser golpeado por la manaza derecha del alcahuete. Este golpe lo rompió la nariz. El negro le advirtió: "Este no es tu asunto blanquito, alejate antes de que me ponga medieval contigo". Mickey lloraba. Jesús intentó colgarsele del cuello al negro que con un giro depositó a Jesús en el piso mojado. Sin más el negro sacó un revolver de uno de los bolsillo de su cazadora y con las palabras de "Te lo dije blanquito" haló el gatillo un par de veces.

El cuerpo de Jesús "Da Jesus" Quintana fué descubierto a la mañana siguiente por la policía de San Francisco. No cargaba identificación y sólo gracias a un policía aficionado a los bolos pudo ser identificado como el doblemente campeón de bolos estatal.

*Jesús Quintana aparece en la película The Big Lebowski(1998) de los hermanos Coen.

2 comments:

KeepGrooving said...

Tu historia me motivo a ver la película "The Big Lebowski" y conocer al personaje "Da Jesus". Creo que tu historia puede ser el bosquejo de una película, mándasela a Ethan y Joel

re said...

... nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. da jesus, hundido en la mierda, se tiene que conformar con lo que obtiene de la necesidad de otra. mutuas dependencias patológicas. nos invitas a reflexionar ¿qué es la cosificación? ¿al final, quién gana en el juego de intereses?? somos y seremos humanos.
lo sabes.
lo sabemos todo, al fin.